Recuperar para sanar

Pueblo Pasto


Yorely Quiguantar, Janneth Taimal, Carolina Ortega y Yeilin Carlosama, del Colectivo qué decís: mujeres Pastos reviviendo la memoria y la lucha, hablan sobre el significado de Sanación para el pueblo Pasto.

Leonor Tutalchá, comunera del resguardo de Guachucal, habla sobre la sanación de la madre tierra. 2021.

Recuperar la tierra para recuperalo todo


Entre los años setenta y noventa del siglo XX los pueblos indígenas del suroccidente colombiano emprendimos una lucha por la recuperación de las tierras de resguardo que nos habían sido arrebatadas por hacendados y terratenientes por más de trescientos años. La consigna fue “recuperar la tierra para recuperarlo todo”. Regresar a los terrenos usurpados nos permitió volver a vivir como pueblos autodeterminados. A pesar de los maltratos, del hambre y de la miseria que enfrentamos en el tiempo del despojo, los indígenas conservamos, como una semilla, nuestra forma de vida particular, nuestra historia y la memoria que nuestros antepasados nos legaron para volver a vivir en la tierra. Las mujeres tuvimos un papel fundamental en las luchas por la tierra.
Estaba en juego la supervivencia propia y de nuestros renacientes.

Renacientes

Cuando iniciamos nuestro trabajo de campo conocimos la vida y los caminos de los recuperadores y recuperadoras. Sus historias nos remitieron al tiempo de antes, al tiempo de los caciques, de las mayores antiguas y los recuperadores. Con estas historias pudimos entender que la lucha de los Cumbales y de los Guachucales ha sido una lucha continua. Aprendimos que los caciques y cacicas vuelven en la vida de los renacientes para dar fuerza a sus luchas


Cartilla MH, 2020.
Claudia Charfuelán, del colectivo Qué decís: mujeres Pastos reviviendo la memoria y la lucha, cuenta sobre el legado.

Con el retorno de la tierra a la posesión indígena, la vida de nuestro pueblo cambió drásticamente. Las haciendas rescatadas de manos de los terratenientes, por medio de una lucha basada en el trabajo, se dividieron entre los recuperadores y las recuperadoras. Cada una logró una porción de terreno suficiente para cultivar, criar animales y hacer crecer a sus familias. Los indígenas, hasta entonces excluidos de la escuela, de la toma de decisiones y de su propia tierra; pudimos regresar. Construimos viviendas, escuelas y colegios en nuestros resguardos para los renacientes que aumentaban. Los tiempos de hambre y sufrimiento parecen lejanos ya. Sin embargo, los renacientes sabemos que la vida que llevamos ahora, incluso la posibilidad de estudiar en la universidad, se debe a la lucha de nuestros mayores. Por eso comprendemos que tenemos la responsabilidad de seguir trabajando y cuidando la tierra que sustenta la vida y la lucha del fiero pueblo de los pastos.

La lucha por la tierra ha tenido un largo proceso que camina en la espiral del churo cósmico. Mientras unos suben, otros bajan adentro de la tierra; mientras unos descansan, otros trabajan; mientras unos nacen otros mueren y mientras está el día, está la noche. Mediante estas enseñanzas los mayores nos hacen saber a los renacientes que los trabajos continúan. Y que para seguir luchando se tienen que saber las leyes de afuera, de los blancos, para poder defender lo que pertenece a los indígenas


Cartilla MH, 2020.

Nuestras madres y mamagüelas (bisabuelas) nos han hecho entender que debemos hacer siempre las cosas al derecho para que salgan bien. Hacer al derecho las cosas es seguir en nuestra tierra. Por eso la mamita Rosa Taramuel dice que la tierra no se arrienda, no se empeña y no se vende. Al actuar mal nos desprendemos de la familia y de los mayores antiguas que dejan por herencia un terreno


Cartilla MH, 2020.

Se muestra con la imagen la herencia generacional de las mujeres, las mamitas, mamaguelas para que las y los renacientes estemos aquí viviendo en la tierra y siguiendo sus consejos. Cuando conversamos sobre las constantes vueltas que vienen del tiempo de adelante en larga duración, y como el tiempo de los infieles vuelve a ser fuerte en las luchas de los mayores antiguos y esto es el respaldo para los reclamos de la tierra en el tiempo de las recuperaciones.

Ser una mujer indígena líder implica caminar el proceso de nuestros mayores haciendo respetar la palabra. Es decir, hablar cuando sea necesario hacerse respetar de quienes no estén de acuerdo con que una mujer lidere un proceso en la comunidad


Cartilla MH, 2020.

La voluntad de la tierra es una con la de los caciques, así como los infieles se hicieron uno con la tierra al enterrarse. Sabemos que la voluntad de la tierra es que los indios volvamos a ella y que nosotros, los renacientes, seamos resueltos y luchemos por lo que nos corresponde, pero pidiendo su permiso y obedeciéndola. Vivir respetando esa voluntad, como dicen nuestras mayores, es "hacer las cosas al derecho". Haciendo las cosas al derecho se gana el permiso de entrar, de trabajar o de conocer un sitio. Hacer las cosas al derecho es aceptar un derecho telúrico, propio, con el cual nos criamos para vivir, luchar y mejorar la vida de nuestra comunidad


Cartilla MH, 2020.

Por eso los comuneros nos preguntamos ¿Dónde estaríamos ahora los indios sin la lucha de la mama Micaela, el resurgimiento de la fuerza de las escrituras, que impulsó el Taita Laureano Inampués, o la presencia y compañía de todos los recuperadores en las entradas a las haciendas? De no haber sido por la primera recuperadora, la madre de los recuperadores, o por el Taita Laureano, el padre, muchos indios todavía estaríamos pasando penas y condenados a la servidumbre


Cartilla MH, 2020.

El Despojo


Los terratenientes no daban trabajo, las condiciones de vida empeoraron y la vida se hizo más difícil en los resguardos. Los guachucales viajaron al Quindío a cosechar café.

La usurpación de nuestra tierra comenzó con la “Conquista peninsular”, continuó durante los siglos XVII y XVIII, cuando terratenientes españoles y funcionarios de la colonia tomaron posesión de terrenos que la Corona Real había titulado bajo la figura de resguardo a los pueblos indígenas. Durante todo el siglo XIX las políticas integracionistas de la república comienzan la disolución de los resguardos coloniales, lo que agudizó el despojo.


Como resultado las privilegiadas tierras del altiplano resultaron concentradas en manos de unos pocos grupos de blancos, que venían amasando su fortuna desde la colonia. Entre tanto, a los indígenas nos arrinconaron en las faldas menos fértiles y escarpadas de la cordillera o en las alturas de los páramos, donde sólo crecían pajonales. Con el paso de los años nuestras parcelas se redujeron cada vez más, insuficientes para dar de comer a nuestras familias sumidas en la miseria.

Como muchos otros comuneros de esa época, a los 15 años Carlos Cuatín tuvo que buscarse la vida cosechando papa en otro departamento, así ayudaba a su madre y a sus hermanos.

Mamita Rosa Taramuel. Mayora recuperadora de vereda Tasmag, sector Camur resguardo de Cumbal. Nariño. 2020.
Servio Tulio Inampués, Comunero Recuperador. Resguardo de Guachucal, Nariño. 2020.

Como ya han venido los españoles y los despojaron de la tierra…. y los que no los iban matando y otros se iban enterrado


Mamita Rosa Taramuel. 2020.

El Conflicto llegó

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Rodrigo Quiguantar, Comunero recuperador del Resguardo de Guachucal, Nariño. 2021.
En el guaico, las familias indígenas viven en la zozobra del conflicto armado, ya que están en medio de este. Hay miedo y dolor, eso los hace aferrarse unos a otros y hace que deban marcharse con lo poco que tienen de sus territorios.

San Martín es una tierra fértil, por eso los indígenas preferimos vivir allí. Construimos nuestras casas con tabla, trabajábamos las tierras y cuidábamos nuestros animales. Teníamos más espacio y era el único lugar donde los terratenientes no se habían apoderado de las tierras. Pero esta paz que existía en el Guaico se vería interrumpida.

El difícil acceso a esta vereda, su condición geográfica, el olvido del que era objeto, las grandes montañas que la rodean, su cercanía al mar y la ausencia del ejército y la policía nacional, hicieron que en los años ochenta grupos armados como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el M19 y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se asentaran allí. Desde entonces los habitantes de esta vereda nos hemos visto obligados a compartir nuestro territorio con estos grupos armados. Es normal para los indígenas ver a los guerros, como llamamos a los miembros de estas agrupaciones, caminando tranquilamente por la vereda.

En las últimas décadas, grupos al margen de la ley hicieron presencia en los resguardos, principalmente, en busca de control de las rutas del narcotráfico en la región. Lo que ha cobrado la vida de líderes indígenas.

El transporte de alimentos desde San Martín, hacia el centro urbano de Cumbal, solo se podía realizar a lomo de caballo. Durante un día completo, doña Rosa caminaba arreando los animales para poder sacar sus productos.
El difícil y peligroso acceso al Guaico, hacía que las personas solo puedan acceder en pequeños grupos que debían atravesar por un día completo senderos llenos de lodo, cargaban sus bolsos y con botas que les llegaban hasta la rodilla. Madrugaban para recorrer el difícil camino.
Hernando Luis Alpala, Comunero del resguardo de Cumbal, Nariño. 2021.

Micaela García Puenambás, la primera recuperadora

Son pocos los relatos que la mencionan. Antes del tiempo de las recuperaciones, la cacica parecía borrada de la memoria oral de los pastos.

Micaela García Puenambás. Ilustración: Janneth Taimal. 2020.

Ella fue la primera mujer. La que defendió al resguardo y no sólo al resguardo, sino a los tres resguardos. Porque ella defendió Guachucal, Colimba, Muellamués y Mallama. Ella defendió todo un territorio...mama Micaela fue una mujer apropiada en defensa y derecho, capaz de dirigir a su cabildo y dirigirse a la real audiencia de Quito a reclamar la tierra del Común de los indios. Tierras comunales adjudicadas por la corona a las cuatro comunidades, en las que los indígenas criaban animales


Leonor Tutalchá, comunera de Guachucal, Nariño. 2020.
La cacica Micaela Garcia Puenambás. Leonor Tutalchá, comunera de Guachucal, Nariño. 2020.

Gracias a su larga marcha a pie limpio por los caminos de los Andes, la cacica consiguió los amparos y los títulos o escrituras donde se encuentran los linderos que amojonan las tierras del pueblo Pasto. El 13 de mayo de 1650 se dictó la sentencia sobre la petición que hizo Micaelina. En agosto del mismo año se falló en defensa de los intereses de los caciques e indios de Muellamués, Guachucal, Colimba y Mallama en la provincia de los Pastos. No obstante contar con los títulos y amparos, el triunfo de la cacica no se hizo efectivo en ese tiempo.

Las luchas de la cacica Micaela, Juan Bautista Ipialpud y los demás cabildos que los precedieron se materializaron en documentos o “títulos de propiedad”, que señalan los linderos de los terrenos que conforman el resguardo de Guachucal. La escritura fue ocultada durante siglos por los mayores, por temor a que les fuera arrebatada y con ella su sueño de recuperar sus tierras.

A mediados de la década de 1980, los guachucales conocimos el nombre y la lucha de Micaelina, la cacica del Siglo XVII que libró un pleito con los españoles. La que estabamos a punto de emprender, no era una lucha nueva para liberar las tierras de los terratenientes, era la misma de Micaela García Puenambás, la primera recuperadora.

Mapa de los territorios por los que luchó la cacica Micaela García Puenambás. 2020

La recuperación

En la segunda mitad del siglo XX, sin poder soportar más el hambre y los malos tratos, los pastos nos inspiramos en las luchas por la recuperación de la tierra de los paeces y los guambianos del Cauca y en su consigna: “Recuperar la tierra para recuperarlo todo”. A principios de la década del ochenta los indígenas pastos comenzamos a reclamar las planicies, que siglos atrás nos habían arrebatado, pero que se sabíamos propias pues aún conservaban los títulos coloniales que amparaban a nuestro pueblo y sentíamos que la tierra nos llamaba a no abandonarla.

Las recuperaciones en Nariño comenzaron en los resguardos de Cumbal, Chiles y Muellamués, luego se extendieron a Colimba y Guachucal. Fueron acompañadas y asesoradas por algunos miembros del INCORA, lideradas por indígenas, como Laureano Inampués, asesinado en 1994 debido a su labor como recuperador. Ellos llevaron a cabo las recuperaciones junto con comuneras y comuneros desposeídos, como única salida a la situación de pobreza.

Las mujeres fueron fundamentales en las recuperaciones. Muchas participaban de las entradas y las reuniones mientras sus maridos, padres y hermanos trabajaban como peones en las haciendas de la zona o de otras poblaciones.

Posesión de la tierra, Laureano Inampues. Guachucal, Nariño. Archivo personal de Esperanza Cuatín.

Administrando justicia, en nombre de la república de Colombia, autorizado por la ley 89 de 1890, doy esta posesión real, formal y material, para goce y usufruto de yo y mi familia, quedando por ese motivo sometidos a usos y costumbres. Por lo tanto, esta tierra no se puede vender, no se puede arrendar, no se puede enajenar. Desde hoy y para siempre esta tierra es mía”. Son las palabras que dicen los gobernadores del cabildo en la ceremonia de posesión de un terreno. Los comuneros deben repetirlas mientras reciben tres azotes con el acial del alguacil. Posteriormente, en señal de haber recibido la tierra, lanzan al aire la hierba que ha crecido de ella. En la foto se ve uno de los hombres con pasto en la mano, mientras otro agita el acial.


Laureano Inampues - recuperación y posesión del territorio.
Posesión de la tierra. Guachucal, Nariño. Archivo personal de Esperanza Cuatín.

“Éramos más mujeres que hombres, las recuperadoras. Los hombres se iban a trabajar”


Elisa Charfuelan Bravo. 2020.

Las primeras recuperadoras por la voluntad de acompañar, de haber entendido la lucha y de tener algo, no hacían caso a los regaños de sus padres, ni mucho menos a los insultos que se decían en ese tiempo


Cartilla MH, 2020.

Al recordar ese tiempo, las recuperadoras hablan de lo duro que fue y de los sacrificios que tuvieron que hacer: pasaron hambre, vendieron lo poco que tenían, pusieron en riesgo su vida


Cartilla MH, 2020.

Mujeres en embarazo, o mujeres que cargaban a sus hijos, o los llevaban de las manos. Así también recuperaban


Cartilla MH, 2020.

“El valor, la fuerza y la astucia que las mujeres aportaron a las recuperaciones fueron clave para que este proceso fuera exitoso. Fueron las mujeres quienes defendieron a los hombres, quienes se enfrentaron a fusiles, palos e insultos de los enemigos mestizos que insistían en quedarse en las tierras. Fueron ellas quienes pusieron la semilla en la tierra y alimentaron a sus hijos, esposos, padres quienes asistían a las recuperaciones”


Cartilla MH, 2020.
Las herramientas que antes fueron utilizadas para la posesión de la tierra, hoy en día son las herramientas con las que se vuelve a cultivar la tierra y a traer la vida.

Con golpes y amenazas procuraron intimidar a los recuperadores. Si bien las amenazas y golpes asustaron a algunos de los recuperadores, la lucha no se detuvo. Aunque las mujeres resultaron víctimas del maltrato de la fuerza pública, supieron defenderse con diversas estrategias.

Gilberto Peregueza, Comunero recuperador del resguardo de Cumbal, Nariño. 2020.
Rodrigo Quiguantar. Comunero recuperador del resguardo de Guachucal, Nariño. 2020.

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Porfirio Pazpuezan, Comunero recuperador del resguardo de Chiles, Nariño. 2021.

A las cinco de la mañana - Los Cumbes

Las cinco de la mañana llegamos a nuestro Llano (bis)
las cinco de la mañana llegamos a nuestro Llano (bis)
y todos con un valor con la herramienta en la mano (bis)
Seguimos el zanjamento en línea de dirección (bis)
porque son los derechos que le pertenecen al cabildo (bis)
A las 11 de la mañana ya llega mi coronel
y todos los comuneros quieren dialogar con él (bis)
Nosotros los cabildantes también tenimos teniente, porque
somos una nación y somos independientes (bis)
El barrio Nueva Granada, los blancos nos desafían (bis)
Mi cuerpo se hará pedazos, pero la tierrita sí es mía (bis)

las cinco de la mañana llegamos a nuestro Llano, nos hace pensar en la organización de hombres y mujeres minguiando en la lucha por la tierra. La minga es el trabajo comunitario, es ayudarnos entre indígenas. Ir a una minga es acompañar un trabajo de un familiar, un vecino, un amigo; se acompaña y se invita para que la gente ayude. Si se ayudó con voluntad, así mismo la gente llega cuando haya un trabajo


Cartilla MH, 2020.

Haciendo vida después de las recuperaciones

Después de que los terrenos fueron regresando paulatinamente a la posesión indígena, las herramientas se usaron para hacer nuevos caminos por los cuales los comuneros anduvimos y entramos en las tierras recuperadas. Estos caminos permitieron unir unas haciendas con otras y el casco urbano con las veredas. Uno de los caminos hechos en minga por la comunidad, es el que va desde la galería de Guachucal a la vereda la Siberia. Esto permite entender la función que cumplieron los recuperadores: cuando la tierra regresó a la posesión indígena fue posible volver a trabajar para el beneficio común; a diferencia del tiempo en que predominó el yugo terrateniente, cuando se trabaja para el interés particular o para apenas sobrevivir.

La tierra siempre ha estado reclamando a los indígenas. En el tiempo de las luchas por la recuperación de la tierra los indígenas trabajaron, zanjaron y pelearon la tierra y esa fortaleza, no solo física sino también espiritual, regresó al suelo a través de la siembra

Cartilla MH, 2020.
Cosecha de papa. El tambillo. Vereda Tasmag, Resguardo de Cumbal. Foto: Janneth Taimal. 2020.
Gloria Aza, comunera recuperadora de resguardo de Guachucal, Nariño. 2020.
Porfirio Pazpuezan, Resguardo de Chiles, José Dolores Cuasquer, Resguardo de Panan y Gilberto Valenzuela, resguardo de Cumbal, Comuneros recuperadores. 2021.

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Gilberto Valenzuela, comunero recuperador. Resguardo de Cumbal, Nariño. 2021
Grupo el Recuerdo. Cascajal. Resguardo de Guachucal. 2020

Revisitar esta historia dolorosa durante mucho tiempo velada tiene un objetivo muy claro, la reparación, y a través de esta obtener la transformación de los eventos del pasado en nuevas oportunidades de vida.


Sobrevivientes victoriosos Nɨbaɨñega urukɨ kanuiya. Amanecer de la palabra de la esencia del tabaco, la coca y la yuca dulce. Azicatch – CNMH. 2017.

(…) por eso no es reparar, es sanar, (…) sí se puede sanar y ahí está lo que nosotros decimos, endulzar la diferencia, endulzar la palabra de origen. Es que es la vida la que hay que endulzar, la que hay que sanar.


Gil Farekatde, representante del Lugar de Memoria de la Chorrera. Encuentro nacional sobre daño cultural. Cartagena, 2017.

Hechos violentos por pueblo indígena

[…] Con el permiso de los espíritus y en memoria de nuestros antepasados, nosotros los descendientes estamos unidos para orientar el camino de nuestras criaturas, apaciguando los malos espíritus de las víctimas de la masacre […].


Anciano Fernando Gifichui “Kije úmɨ” clan Ujɨmuje, pueblo Uitoto-Mɨnɨka.

Las acciones violentas realizadas por los diferentes actores armados contra los pueblos indígenas han generado afectaciones profundas en todas las dimensiones que los definen como colectivos sociales diferenciados, al punto de amenazar su existencia, tanto física como cultural. Así lo señaló en su momento la Corte Constitucional en el Auto de seguimiento 004 de 2009

Fuente:

¿Cuánto tiempo toma sanar?