Máquina para un olvido presente
- Jorge Luis Vaca
- Obra
- Contexto
El sonido repetido de la impresión invade el espacio donde se exhibe la obra del artista Jorge Luis Vaca titulada Máquina para un olvido presente. El papel en movimiento muestra apartes impresos del informe Basta Ya! escrito por el Grupo de Memoria Histórica y publicado por el Centro Nacional de Memoria Histórica. El artista seleccionó los testimonios de las víctimas recolectados por los investigadores y los procesó a través de esta máquina que toma de una base de datos los textos y en su ejercicio repetido de impresión va cubriendo uno sobre otro.
El video vinculado a esta entrada muestra otra máquina que hace parte de la misma obra pero funciona de manera diferente. Desde una tableta digital conectada a la plataforma Twitter se revisa la cuenta @que_olvidamos. El sistema transmite a una máquina térmica que imprime el contenido captado por esa cuenta de la red social. Debido a las características de esa impresión, la tinta se borra dejando el papel en blanco. Además, el programa de esta obra elimina los contenidos que la gente envió a impresión después de un minuto. La cuenta @que_olvidamos está vacía.
Esta obra muestra la complejidad que implica construir memoria así como los cruces y tejidos que se necesitan para reconstruir los valores, perdidos en medio del conflicto armado. Jorge Luis Vaca hace preguntas e invita al espectador a pensar en los esfuerzos que ha hecho esta sociedad por recuperar lo perdido.
A partir de la Ley 1448 de 2011, más conocida como la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, el país le dio un reconocimiento formal a la necesidad de atender y reparar a quienes han sido afectados directamente por el conflicto armado colombiano. Para ello, la construcción de memoria histórica es una pieza fundamental, y en consecuencia fueron constituidos el Grupo de Memoria Histórica y el Centro Nacional de Memoria Histórica, adscrito al Departamento para la Prosperidad Social. Pero ¿qué es la memoria histórica?
El concepto se le atribuye al historiador francés Pierre Nora, reconocido en lo que se conoce como la Nueva Historia, que se preocupa por estudiar cómo piensan las sociedades. Nora asegura que la memoria, a secas, es orgánica, algo inherente al ser humano, que se construye sin que muchas veces nos demos cuenta. Pero la historia es intencional, selectiva. En ningún caso memoria e historia son lo mismo. Por el contrario, la historia debe cuestionar a la memoria y preguntarse por las cosas que ese atributo humano deja por fuera al ser inconsciente de su construcción y transformación.
La historia es la materia prima de la memoria histórica; se constituye a partir de la tarea crítica de hurgar en la memoria colectiva y pensar en quiénes, dentro de la sociedad, han estado oprimidos, olvidados o segregados.
El Grupo de Memoria Histórica se conformó como un grupo de expertos con la tarea de trabajar en una radiografía del conflicto y sus víctimas, para que Colombia pueda dimensionar la magnitud de la guerra. El Grupo escribió el informe ¡Basta Ya!, un compendio de seis capítulos que aborda desde las dimensiones y modalidades de la guerra, sus motivos y transformaciones, la guerra y la justicia, los daños e impactos sobre las víctimas, hasta las memorias de los sobrevivientes y, por último, recomendaciones con respecto al desolador panorama.
Para darle continuidad a la investigación del Grupo y sumar esfuerzos de archivo y actividades de memoria, se creó el Centro Nacional de Memoria Histórica, cuya estructura se rige por el Decreto 4803 de 2011. También se planeó la construcción del Museo de la Memoria, un espacio para la pedagogía, la reparación y la memoria. Éste estará ubicado sobre la Avenida NQS, entre calles 26 y 13, y se espera que esté listo en 2018.
Sobre la idea de construir memoria y lugares de memoria a partir de una entidad del Estado como una forma de verdad oficial, Gonzalo Sánchez, director del Centro, le respondió al diario El Espectador: “No. Lejos de pretender una memoria oficial lo que se dispuso con la ley fue que el Estado ha de ser en gran medida garante de las múltiples iniciativas de memoria de las víctimas y de la sociedad. El Estado no va a expropiar o suplantar la memoria de las comunidades. Muy por el contrario, la perspectiva de trabajo es potenciarlas y así cumplir con el deber de memoria”.