Lux aeterna
- Carlos Tribiño
- Obra
- Contexto
Lux aeterna es un cortometraje en blanco y negro sobre la soledad en el campo. Tiene lugar en Machetá, municipio del noroccidente de Cundinamarca, y cuenta la historia de Casiano y Blacina, una pareja de ancianos que intentan vivir aunque saben que la muerte anda cerca. Esta vez no son los armados quienes amenazan, sino el paso del tiempo, que en cada secuencia es lento y pesado.
Blacina come sopa con dificultad. Casiano camina entre la maleza con pasos cortos y la espalda encorvada. La naturaleza crece y la casa se cae de a pocos, dejando entrar la luz por el techo. “Yo sola no voy a poder”, dice ella. “Lo mejor es que se vaya y me deje aquí solo”, dice él. Ninguno quiere irse. Es una historia de amor. El sonido de la respiración de los dos, a veces un silbido, otras veces un jadeo, marca el ritmo en el que se les va la vida en el filo de una montaña lejos de todo.
Según el Registro Único de Víctimas (RUV), 852.097 personas mayores de 60 años han sido víctimas del conflicto armado en Colombia. De ellos, 143.830 fueron asesinados, 26.284 fueron desaparecidos forzadamente y 594.798 fueron desplazados de sus tierras. Los porcentajes de homicidios y desapariciones son mayores que los de otros grupos poblacionales. Sin embargo, el porcentaje de desplazamiento en personas mayores, 69,8%, es considerablemente menor que el del total, 79,8%.
El arraigo a la tierra ha sido el motor para procesos de resistencia contra la guerra. Muchas personas han permanecido en su territorio a pesar de la violencia y otras han retornado aún sin las condiciones necesarias para vivir no son ideales. Las cifras del RUV sugieren que ese arraigo sería superior en personas mayores, quienes cedieron menos a pesar de las circunstancias de violencia. La tierra es el espacio donde las personas se definen, donde se construyen las comunidades, donde se tejen las relaciones, donde producen los alimentos y donde se proyectan futuros.