Fragmentos y huellas: reconstruir cuerpos y territorios desde una propuesta museográfica.
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La exposición Fragmentos y huellas: reconstruir cuerpos y territorios desde una propuesta museográfica reflexiona sobre el impacto que producen las minas antipersonal sobre los cuerpos, los territorios y las identidades. La muestra está compuesta por imágenes, infografías, textos y objetos en cerámica, los cuales representan las experiencias de los sobrevivientes, principalmente de víctimas de Vista Hermosa, Meta.
En palabras de la coordinadora del proyecto, este museo itinerante no solo quiere evidenciar el hecho victimizante, sino también resaltar las historias de vida y mostrar la tenacidad que han tenido las personas que fueran afectadas por este tipo de artefacto. Debido a que el cuerpo humano no es el único afectado en esta modalidad de violencia, la exposición también propone una reflexión entorno a los diferentes efectos que producen estas explosiones en los territorios, los animales y las dinámicas de organización de las comunidades.
Fragmentos y huellas: reconstruir cuerpos y territorios desde una propuesta museográfica hace parte de los ganadores de la III Convocatoria Nacional de Propuestas Artísticas y Culturales de Memoria 2016 realizada por el CNMH y la dirección de Museo Nacional de la Memoria. Fue uno de los ganadores en la categoría Becas de investigación y producción de proyectos museográficos sobre memoria histórica y conflicto armado: comprensiones sociales del conflicto armado.
El equipo de la Fundación Prolongar lideró tres talleres de reconstrucción de memoria con sobrevivientes y víctimas de Vista Hermosa, Meta. Utilizaron herramientas artísticas para conocer lo ocurrido, pues no querían irrumpir con preguntas en el primer acercamiento. El primer taller consistió en utilizar la técnica Mindfulness, en los que se desarrollaron ejercicios de respiración y meditación para lograr que las personas acondicionaran sus cuerpos, emociones e historias.
En el segundo taller, emplearon la técnica japonesa del Kintsugi para reconstruir el objeto de cerámica que estaba quebrado, plasmando su vivencia particular. En el tercer encuentro trabajaron en la cartografía social, ejercicio que buscaba entender la afectación territorial de las minas antipersonal en Vista Hermosa.
En noviembre de 2016 se llevó a cabo la primera exposición en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, y se tienen programadas dos itinerancias, una en el Centro Don Bosco y la segunda en el Centro Comercial Calima.
Según el informe “Esa mina llevaba mi nombre”, publicado en 2016 por el CNMH, en Colombia no existen registros exactos sobre cuándo las guerrillas empezaron a usar minas antipersonal: los conteos oficiales de víctimas datan desde 1990, pero se sabe que fue una táctica de guerra copiada de otros conflictos de los años setenta. Desde 1990 hasta el 31 de mayo de 2016 se habían contabilizado 11.542 personas afectadas en Colombia, 61 por ciento eran militares y 39 por ciento personas ajenas al conflicto armado.
Jody Williams, escribió al respecto: “Las Minas Antipersonal son armas de terror, fueron diseñadas para mutilar a un enemigo y causar pánico entre los combatientes que lo rodean. Normalmente, las lesiones causadas por estas armas requieren más atención médica, más transfusiones de sangre y más rehabilitación después de cirugías que otras heridas causadas por otros tipos de armas. En otras palabras, los combatientes heridos por Minas Antipersonal pueden superar la capacidad de un sistema logístico militar.”