Escudo bala – Tapiz águilas negras : Museo de Memoria de Colombia

Escudo bala – Tapiz águilas negras

  • Fernando Arias
  • Artes visuales
  • Instalación
  • Intervención
  • Obra
  • Contexto

Las obras Escudo bala y Tapiz águilas negras fueron parte de la exposición ¿País para quién? realizada en la casa del colectivo Mapa Teatro ubicada en el centro de la ciudad de Bogotá. Estas obras surgen de la pregunta que se hace el artista sobre la identidad colombiana al realizar una exposición en la colección Daros en 2004. Para esa ocasión diseña un pasaporte (titulado: Paz aporte) en donde desordena la iconografía que representa un ciudadano de Colombia y la muestra de tal manera que hay una lectura ampliada del documento y los símbolos que tiene. En Escudo bala hace un cambio similar para evidenciar la forma bélica del escudo de armas de nuestra nación y así comenta sobre nuestra historia de violencia.

En el tapiz hay una referencia puntual al signo de identificación de los grupos armados que se organizaron después de la desmovilización paramilitar. La imagen del escudo en este caso está asediada por águilas negras que se llevan la atención del espectador. Estos pájaros reemplazan al cóndor andino como símbolo y referencia en el escudo nacional. Las transformaciones de esta imagen hacen evidente que la representación de una nación a través de una imagen es limitante y se ajusta en el imaginario colectivo de acuerdo con el contexto y la persona que interprete el símbolo.

Las bandas criminales, o bacrim, son grupos armados al margen de la ley que se empezaron a conformar luego del proceso de desmovilización aceptado por las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y que se llevó a cabo entre 2005 y 2006, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

Cerca de 32.000 paramilitares participaron de las desmovilizaciones acordadas entre el Gobierno colombiano y las Auc. Sin embargo, varios factores, como la disposición a seguir asesinando, persiguiendo defensores de derechos humanos y recibiendo rentas de negocios ilegales, hicieron que entre 5.000 y 8.000 de estos hombres y mujeres se reorganizaran en nuevos grupos criminales.

Si bien se ha puesto en debate si las bacrim en efecto son producto de remanentes paramilitares o nuevas y diferentes estructuras criminales, lo cierto es que se ha llegado a calcular que tienen presencia en 28 de los 32 departamentos, lo que ha puesto en alerta a más de 200 municipios, en donde las bandas se sostienen utilizando fuentes de financiamiento como el narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal, entre otras.