El naya
- 4 ríos
- Obra
- Contexto
Un joven indígena busca recordar la masacre que marcó para siempre a su comunidad. En la búsqueda se encuentra con su abuelo, testigo del incidente, y juntos reconstruyen los hechos que dejaron muertes, desplazamientos y mucho dolor. Mientras recuerdan lo que pasó, el joven y su abuelo comprenden que lo único que les queda es conectarse espiritualmente con la tierra y con el río, sin miedo de resistir colectivamente.
El Naya es un proyecto compuesto por un cómic interactivo, un cortometraje y dos maquetas de realidad aumentada que busca “proponer una alternativa diferente para la construcción de memoria histórica con respecto al tema del conflicto armado”. Es una historia ficticia basada en los hechos de la masacre de El Naya, llevada a cabo por paramilitares del Bloque Calima en la región del río Naya. A medida que se desarrolla la historia se van mostrando algunas de las situaciones que vivieron los habitantes a través de fotos, textos, vídeos y sonidos creando un panorama amplio de todo lo sucedido.
Entre el 10 y el 13 de Abril del año 2001, durante Semana Santa, la vida de los habitantes de territorios aledaños al río Naya, cambió para siempre. En las veredas del Timba, San Antonio y Puerto Merizalde, Cauca, campesinos, indígenas y afrodescendientes acusados de ser guerrilleros de las Farc fueron sorprendidos, atacados, asesinados y/o torturados por los paramilitares del Bloque Calima.
“«¡Es que sabemos que aquí está la guerrilla, el dueño de aquí es un guerrillero!», nos dijeron, pero nosotros no éramos los dueños. Se comieron las cosas, revolvieron el azúcar con la sal y mezclaron el fríjol y el maíz con la comida de los caballos. A mis hijos los encerraron en una pieza y a mí y a mi esposo nos llevaron para la cocina, nos arrodillaron y nos dijeron que nos mataban,” narra una de las sobrevivientes de la masacre.
Desde el año 2000 circulaban panfletos en los cuales los paramilitares amenazaban a la población de las veredas del río Naya. La Defensoría del Pueblo al conocer el riesgo en el cual se encontraban los habitantes, alertó en múltiples ocasiones a las autoridades sin recibir respuesta.
Después de la masacre el Consejo de Estado le ordenó al Ministerio de Defensa dar una indemnización a las víctimas, sin embargo, 15 años después las familias no han recibido esas ayudas.