De-cápita : Museo de Memoria de Colombia

De-cápita

  • Colectivo artístico El Cuerpo Habla
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  • Obra
  • Contexto

De-cápita es un performance realizado por el colectivo artístico El cuerpo habla, conformado por estudiantes y profesores de la Facultad de Artes y del Instituto de filosofía de la Universidad de Antioquia. Durante un lapso de tiempo superior a media hora, un grupo de personas cuelga del techo, sostenido por telas que cubren únicamente una parte del torso y la cabeza de sus cuerpos desnudos. En quietud y silencio, estos cuerpos boca abajo y sin rostro, resisten al dolor y soportan el gran esfuerzo físico que implica este ejercicio. Ángela Chaverra, integrante del Colectivo explica que De-cápita “surge de la idea de los cuerpos censurados, violentados, de los cuerpos anónimos (…) de esos cuerpos políticos que no son reconocidos”.

El cuerpo humano ha sido depositario de atrocidades en medio del conflicto armado colombiano. Las acciones sobre éste han sido usadas como armas de guerra y de múltiples formas. El rapto de una persona, un cuerpo vivo, ha sido instrumento para guerrillas como la de las Farc, pues se convierten en una fuente de financiación para el negocio de las armas y el narcotráfico. Cifras & Conceptos reportó al Grupo de Memoria Histórica un total de 27.023 secuestros asociados con el conflicto armado entre 1970 y 2010. En esas cifras, las guerrillas son autoras de 24.482, secuestros equivalentes al 90,6%. Los paramilitares han realizado 2.541 secuestros, correspondientes al 9,4%.

Por su parte, los paramilitares han sido reconocidos por sus sanguinarios métodos de tortura, como las mutilaciones haciendo uso de objetos que van desde motosierras hasta animales, como serpientes venenosas. De acuerdo con el informe ¡Basta ya!, de un total de 588 eventos con episodios de sevicia y crueldad extrema, 371 (63%) fueron atribuidos a los grupos paramilitares; 126 (21,4%), a grupos armados no identificados; 57 (9,7%), a miembros de la Fuerza Pública; 30 (5,1%), a las guerrillas; y 4 (0,7%), a grupos paramilitares y Fuerza Pública en acciones conjuntas.

Más recientemente, la violencia contra el cuerpo se ha vuelto a hacer presente en las infames “casas de pique” de Buenaventura, en el Valle del Cauca, en donde sistemáticamente se llevan a cabo homicidios y desmembramientos por parte de las llamadas bandas criminales o bacrim.

El cuerpo también ha sido botín de guerra a través de las violaciones sexuales, sobre todo, contras las mujeres. Según el ¡Basta ya!, de 63 casos de víctimas de violación sexual documentados por el Grupo de Memoria Histórica en el departamento del Magdalena entre 1990 y 2005, 40 fueron perpetrados por grupos paramilitares (63,5%), 4 por las guerrillas (6,3%), 4 por miembros de la Fuerza Pública (6,3%), 1 por grupos paramilitares y miembros de la Fuerza Pública (1,6%) y los 14 restantes no tienen un autor identificado (22,2%).

La desaparición forzada, por su parte, ha sido la inflicción de dolor a una familia a partir de un cuerpo ausente y del que no se sabe el paradero. El Registro Único de Víctimas registra 25.007 personas desaparecidas forzosamente como producto del conflicto armado, sólo hasta 2011. La familia que recupera los restos de su ser querido recibe un fragmento de la verdad y tiene un punto de partida para hacer el duelo.